EL DEBATE DE LAS BASURAS
T odavía recuerdo muy vivamente la visita que realizó una
delegación guipuzcoana a una planta incineradora parisina de última
generación situada junto al río Sena, a escasos metros de la sede
central europea de Microsoft o de la sede central del Grupo Yves Rocher.
Una de las preguntas que hice a los responsables de la planta era a que
distancia estaba de la torre Eiffel, la cual se avistaba claramente
desde la entrada. Me contestaron que a escasos cuatro kilómetros. La
planta se denomina Isséane, por si alguien lo quiere mirar en internet.
Evidentemente es absolutamente inocua para el medio ambiente y la salud
de las personas.
No es el único ejemplo que podemos mencionar; en los
países más avanzados de Europa funcionan centros similares,
complementando una estrategia de apuesta firme a favor del reciclaje y
el compostaje. En Alemania, Holanda, Suecia o Dinamarca, la tasa del
reciclaje supera el 50% y la de incineración el 30%, que es el
porcentaje de 'fracción resto' que resulta imposible reciclar, aún con
la mejor tecnología disponible. Porcentajes que coinciden con los
objetivos que se marca el Plan Integral de Gestión de Residuos Urbanos
de Gipuzkoa (PIGRUG) y su Documento de Progreso que fue aprobado vía
Norma Foral en las Juntas Generales de Gipuzkoa el 23 de diciembre de
2008. No olvidemos que son las Juntas Generales las que tienen la
competencia de planificar la gestión de los residuos.
Uno de las principales metas que se marcó el PIGRUG,
además de la de alcanzar el reciclaje del 57% de nuestra basura, fue el
cierre del ciclo de la gestión de los residuos sin tener la necesidad de
utilizar vertederos, porque estos son la alternativa que, sin ningún
tipo de discusión, genera más problemas medioambientales y de salud. El
cierre de los vertederos de Gipuzkoa comenzó con el de San Marcos. Un
hito muy importante.
El segundo hito en el desarrollo del PIGRUG se produjo en
febrero de 2011 con la adjudicación del Centro de Gestión de Residuos
de Gipuzkoa (una incineradora con producción eléctrica y una planta de
pre-tratamiento biológico) para su construcción en Zubieta. Nuestro
territorio apostó por la incineración en lugar del vertedero para cerrar
el ciclo de las basuras.
A lo largo de los últimos años en Gipuzkoa se ha
realizado una incesante campaña pública de concienciación a favor del
reciclaje y el compostaje. Con una cada vez mayor conciencia ciudadana y
mediante la extensión del 5º contenedor de materia orgánica, hemos
logrado en pocos años un 43% de recogida selectiva. La estrategia de
concienciación ha logrado, por lo tanto, un éxito muy importante.
No voy a negar que hubiera una resistencia al citado
modelo. Las protestas comenzaron claramente como producto de un efecto
NIMBY (no en mi patio trasero) en aquellos municipios que se barajaron
para ubicar la planta. La izquierda abertzale se apropió políticamente
de ese malestar y lo escenificó, por ejemplo, en una consulta popular
celebrada en Usurbil para impulsar el modelo de recogida denominado
puerta a puerta. Aquel día, el alcalde de Usurbil, Xabier Mikel
Errekondo, afirmó que «la esperanza ha llegado a Gipuzkoa» y se
comprometió a lograr la moratoria de seis años para frenar la
incineradora.
La intención de la izquierda abertzale es, por lo tanto,
frenar la construcción de la incineradora y extender el sistema puerta a
puerta (PaP) a toda Gipuzkoa. Esa es la praxis que sigue Bildu en
ayuntamientos, mancomunidades y Diputación. Para ello, quieren hacer
creer a la ciudadanía que el PaP logra reciclar el 80% de los residuos
domiciliarios.
Esta afirmación oculta deliberadamente dos cuestiones de
muchísimo calado: por un lado, que no es cierto que el 80% de los
residuos sea reciclable (por ejemplo, en Alemania se recicla solo el 20%
de los envases plásticos porque, según los Verdes alemanes, el proceso
de reciclaje tendría mayor impacto medioambiental que la incineración o,
incluso, que su descarga en vertederos). Y, por otro lado, obvia la
existencia del denominado 'turismo de la basura' que ha producido, por
ejemplo, el 'curioso' hecho de que en Antzuola el 40% de la basura haya
'desaparecido' desde la implantación del PaP. El puerta a puerta es por
lo tanto un sistema de recogida (no de gestión final) mucho más caro y
de dudosa eficacia.
El pasado 22 de febrero Bildu escenificó la puesta en
marcha del PaP en 34 municipios de Gipuzkoa. La aprobación en los plenos
municipales va a ser el único instrumento político que van a utilizar,
pulverizando de una tacada largos años de aparente defensa de la
participación ciudadana y de las consultas populares.
Con motivo de las negociaciones Bildu-PNV en torno a la
aprobación de los presupuestos de 2012 de la Diputación, el PNV defendió
la necesidad de reconocer la centralidad de las Juntas Generales de
Gipuzkoa en relación al debate que nos ocupa. En dicho acuerdo se decía
textualmente: «La Comisión de Medio Ambiente y Ordenación Territorial de
las Juntas Generales de Gipuzkoa, realizará un análisis y seguimiento
de las decisiones que se han adoptado en esta Institución en torno a la
planificación de la gestión de los Residuos Urbanos. Del mismo modo, la
Comisión conocerá y analizará las propuestas que en su caso la
Diputación Foral pueda enviar a Juntas Generales, dirigidas a la
modificación de la Norma Foral en vigor. Esta Comisión adoptará una
decisión antes del 30 de junio de 2012».
Tienen cuatro meses para cumplir con los compromisos
adquiridos de modo que podamos cerrar este debate de un modo definitivo.
Bildu tiene el compromiso político de presentar un proyecto alternativo
realista y coherente, a la planificación aprobada en las Juntas
Generales. Ahora gobiernan Gipuzkoa y ya no les vale con decir 'no' a la
incineradora sin proponer a debate ninguna salida efectiva al problema
de la gestión de los residuos. Bildu tiene que retratarse y debe
respetar el acuerdo mayoritario de las Juntas Generales, que es lo que
le está exigiendo la ciudadanía de Gipuzkoa.
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