La máxima exigencia en gestión y el derecho a decidir son dos caras de la misma moneda
Egibar considera que las elecciones del 21
de octubre abren un nuevo tiempo tras una legislatura marcada por la
"ausencia de liderazgo y proyecto" del lehendakari Patxi López. Apuesta
por estimular la economía, pero también por avanzar en los derechos
nacionales
Las encuestas dan al PNV como favorito, pero también sitúan a EH Bildu muy cerca.
Al margen de lo que digan las encuestas, nuestro proyecto es
sacar Euskadi adelante, mientras que el único objetivo de la izquierda
abertzale es ganar al PNV, sobre todo porque piensan que así ocultan el
fracaso de la estrategia político-militar de las últimas décadas. Creen
que el respaldo electoral es un remedio mágico que hace que no se hable
para nada del pasado lejano ni del cercano y de esa estrategia
fracasada. Somos dos opciones electorales que vamos a pugnar por esa
primacía, pero sí creemos que la ciudadanía mayoritariamente a la hora
de responder a la pregunta ¿quién quieres que te gobierne?, va a optar
mayoritariamente por el PNV.
¿Qué es lo que pretendería ocultar EH Bildu?
Una transición sincera de un escenario de violencia a uno de
paz y convivencia requiere la asunción por parte de la izquierda
abertzale de la responsabilidad política de todo lo que ha sucedido
todos estos años. Y eso no lo ha hecho, no está asumiendo esa
responsabilidad. Pretenden proyectar la imagen de que el mundo arranca
ahora, hay una posición cerrada por la izquierda abertzale de cara a
posicionarse en contra de la vulneración de los derechos humanos del
pasado reciente. Creen que una confrontación electoral tapa todo eso.
Pero no es así, porque hemos oído y leído que se abandona la violencia
no porque sea una vía equivocada y cruel sino porque no se demuestra
eficaz.
Parece que nadie va a tener mayoría suficiente, ¿entonces?
La situación postelectoral va a requerir de acuerdos.
Sinceramente creo que a la pregunta que hay que responder es más que el
con quién, es el para qué. Se van a tener que poner encima de la mesa
los proyectos y compromisos que cada partido contrae con la sociedad
vasca y hay que ver el contenido. El con quién es una consecuencia del
para qué. En este país hemos tenido experiencia suficiente como para
dudar de la palabra y los compromisos de algunos y hay muchas razones
para cuestionar la fiabilidad de otras opciones.
¿Y qué pretende hacer el PNV desde el gobierno?
Para nosotros es importante creer en las posibilidades de un
autogobierno pleno, apostar y comprometerse para que las políticas
públicas y sociales estén residenciadas en las instituciones vascas
-cosa que no sucede en la actualidad de manera plena-; comprometerse con
la defensa del Concierto Económico no de manera intermitente como han
hecho PSOE y PP; apostar por el apoyo a nuestro tejido productivo y por
un modelo social en el que no se abandone a su suerte a ningún
ciudadano. Esto va a requerir de sacrificios, incorporar al debate
político el concepto de la solidaridad intergeneracional, porque habrá
que prescindir de lo prescindible y lo superfluo para que todo el mundo
tenga lo imprescindible. Todo esto se debe hacer a través de un
proyecto, de un compromiso y de un proyecto de país y para eso hace
falta voluntad de acuerdo.
¿Ve posible una entente con el PSE después de una legislatura en la que se han roto los puentes entre ambos partidos?
El PSE sabe a qué ha jugado en los últimos años en este país;
el PNV es un partido serio, no desprecia a nadie, no descarta a nadie,
pero pone encima de la mesa objetivos y proyectos. Y se tiene que
mostrar adhesión o voluntad de entendimiento respecto a esos proyectos.
No vale moverse en la estética y decir que se está dispuesto a gobernar
menos con uno con todos los demás.
López ya ha buscado el cuerpo a cuerpo con el PNV y
les acusa de proponer una reforma fiscal que han rechazado en los
últimos años.
Eso es inventarse una realidad. Es verdad que López ha ido
sacando intermitentemente el debate sobre fiscalidad y también es verdad
que nadie le ha negado la posibilidad de debatir sobre esa cuestión.
Pero siempre se le ha dicho que las propuestas e ideas del PSE debe
llevarlas a los ámbitos en los que está residenciada la competencia,
esto es, en las Juntas Generales. En 2009 llegamos a un acuerdo entre
PNV, PSE y Hamaikabat sobre fiscalidad y sostenibilidad de servicios
sociales y quedamos en que había que repensar y actualizar el sistema.
Además, hay que decir que ya se está abordando ese debate y hay varios
ejemplos de ello: se está produciendo la reforma del IRPF, se vuelve a
rescatar el Impuesto de Patrimonio o se pretende reformar de nuevo el
Impuesto de Sociedades. Lo que ocurre es que el PSE ha pretendido hacer
de este tema un eje de campaña electoral, al igual que con la lucha
contra el fraude y el tema de las duplicidades en el entramado
institucional.
¿El PNV apuesta por medidas para estimular la economía?
Es evidente que para poder aumentar los ingresos resulta
imprescindible reactivar la economía. Sin esto no se generan puestos de
trabajo y así podremos seguir con los recortes que necesariamente hay
que aplicar al capítulo de gastos, pero tenemos que apostar por aumentar
los ingresos. Por lo tanto, la actividad económica es la base para que
eso se pueda producir, porque progresando en porcentaje de retención,
los resultados que se obtienen son mínimos, lo que no significa que no
se deba hacer.
Patxi López y Basagoiti adelantan que no pactarán con EH Bildu y dicen que el PNV esconde su intención de hacerlo.
Es otro banderín electoral. López también juró y perjuró que
no iba a pactar con el PP y después lo hizo. Por lo tanto, la
credibilidad y fiabilidad de sus palabras y sus promesas ha quedado en
entredicho. Es evidente que el PP necesita su propio espacio y anuncia
una entente soberanista y se presenta como el único garante de la unidad
de España. Es un discurso viejo y caduco, amén de antidemocrático,
porque niega la base democrática que pueda tener una determinada opción.
Desde el PNV no vamos a caer en ese juego porque, al margen de lo que
diga o haga EH Bildu, tenemos claro que el Pueblo Vasco existe y que
como tal tiene derecho a decidir y definir su futuro y a partir de ahí
nadie va a poder imponer su modelo unilateralmente, pero todos vamos a
estar obligados a negociar, en su caso, los ajustes constitucionales.
¿Puede haber algún tipo de pacto, aunque sea puntual, con EH Bildu?
A la izquierda abertzale le urge, le va la vida superar al
PNV, porque pretende cerrar un ciclo que le ha llevado al fracaso. El
PNV esto lo ve con serenidad, con perspectiva, y el tiempo dirá qué
puntos de unión o colaboración tiene con esta izquierda abertzale que
empieza a tener responsabilidades institucionales, pero que todavía
tiene un largo camino de democratización, incluso interna.
¿Cómo va a conjugar el PNV sus propuestas económicas con su aspiración de avanzar en el autogobierno?
La situación económica ha colocado a la crisis como prioridad
política. Va a requerir de una mejor gestión de las políticas públicas,
lo cual no está reñido ni es incompatible con la aplicación del derecho a
decidir sobre políticas públicas o materias que inciden en el día a día
en la vida de los ciudadanos. El PP puede tener esas tentaciones
recentralizadoras para volver al modelo del Estado unitario y nosotros
creemos que se abre la oportunidad para que esas realidades nacionales
que no tienen estructura de Estado puedan acceder al estatus que les
corresponde. Ese debate se tiene que producir.
¿Se va a producir en esta legislatura?
Algunos pretenden dar por agotada la estrategia de desarrollo
de los derechos nacionales y del pleno desarrollo del autogobierno
argumentando que eso divide a la sociedad vasca so pretexto de la
gestión del día a día. El PNV quiere romper esos límites porque la
sociedad vasca es mayor de edad y requiere de unos instrumentos
adecuados para poder abordar en mejores condiciones la solución a los
problemas. La economía es una prioridad política, sin perjuicio de los
derechos nacionales que le corresponden a este pueblo. Son dos caras de
la misma moneda.
¿Es partidario del pase foral si se acentúan las medidas recentralizadoras?
Esta situación exige una modificación radical del actual
estatus de relación con el Estado español, lo cual pasa por una
negociación. Pero no podemos perder la perspectiva y antes de tomar
cualquier decisión, pase foral o cualquier otra cosa, primero hay que
tener conciencia de que hay que preservar lo que ya se tiene, hacerlo
respetar, y luego pasar a la fase de cambiar el estatus de relación. No
podemos seguir siendo una realidad administrativa, subordinada dentro
del Estado español que está intervenido de facto. Una comunidad política
como la nuestra -que tiene ese estatus cuestionado por el Estado
español, un Estado intervenido que nos está contaminando el modelo de
crecimiento económico que hemos tenido durante tantas décadas- tiene que
hacer pensar, no ya a los abertzales, que también, sino a todo
ciudadano vasco. Porque su suerte personal o la de su familia va ligada a
esta realidad económica. Por tanto, se impone la exigencia de una
modificación del estatus de relación con el Estado español.
¿La cuestión económica va a desplazar a un segundo plano el abordaje del final de ETA?
El final ordenado de ETA exige que el Gobierno español, con la
fórmula que entienda oportuno, tiene que contactar con la banda. Eso va
a requerir de compromisos y evidentemente también de la disolución de
ETA. Esto va a tener su repercusión en política penitenciaria y, aun
reconociendo que es competencia del Gobierno español, es más que
aconsejable que la orientación de esa política penitenciaria esté
apoyada en el máximo consenso posible. Ahí es donde el PP tiene que
adecuar su discurso, porque tanto el PP como el Partido Socialista
coincidieron en que la política penitenciaria era un instrumento de
lucha antiterrorista, en vez de ser una vía para la reinserción y la
resocialización. El planteamiento vindicativo, de venganza, tendrá que
desaparecer.
Son las primeras elecciones sin la amenaza de ETA y,
tras muchos años, las primeras en que la izquierda abertzale va a poder
presentarse.
Van a ser un hito por ambas cosas, porque ETA desaparece de la
escena y porque todas las formaciones van a estar representadas. Pero a
la izquierda abertzale hay que dejarle clara una cosa: este pueblo se
merece una transición a vías políticas desde la verdad de los hechos,
para que las generaciones futuras anclen sus participaciones políticas
en nuevos valores, sabiendo qué es lo que ha sucedido en este país, no
solo desde el 20 de octubre de 2011, sino también antes de esa fecha.
Por eso le molesta que se hable de una paz con verdad y memoria, porque
no le gusta que le recuerden lo que hizo o dijo cuando se asesinó a
Uria, Carrasco o Korta, entre otros. El futuro hay que construirlo sobre
bases sólidas, no sobre el olvido.
El adelanto electoral ha impedido llegar a tiempo al Gobierno español con su plan para alterar el censo electoral vasco.
Es una equivocación en el planteamiento porque supone alterar
el censo electoral. El PP no aborda lo principal, que es dar el apoyo
necesario a la gente que tuvo que abandonar este país y que quiera
volver a Euskadi. Porque si volviera tendría automáticamente el derecho
al voto. Por tanto, no solo buscan alterar el censo electoral sino
también el orden lógico de las cosas, lo que significa que si uno ha
tenido que marcharse y quiere volver podrá tener dificultades o
necesidades sobre las que habrá que hablar y buscar vías de ayuda para
facilitar su regreso.