lunes, 25 de julio de 2011

RADICALES Y EXIGENTES EN FAVOR DE LA PAZ


RADICALES Y EXIGENTES EN FAVOR DE LA PAZ

Vivimos tiempos importantes para afianzar la paz y la reconciliación en Euskadi. Pero esas expectativas hay que consolidarlas con hechos y compromisos concretos, porque los debates políticos, si no van acompañados de concreciones y propuestas, resultan estériles y generan incertidumbre.
La sociedad vasca está convencida de que la actividad violenta de ETA toca a su fin. Y así debe ser y así lo seguimos exigiendo. Porque, precisamente, ha sido la exigencia de la propia sociedad vasca, que ha negado y ha combatido sistemáticamente la legitimidad de la violencia, quien ha provocado el giro estratégico de la izquierda abertzale en su conjunto.
Nosotros, militantes de EGI, jóvenes del PNV, estamos convencidos que hay que aprovechar esta oportunidad. El valor de la paz definitiva y de la reconciliación pendiente siguen constituyendo un compromiso y una prioridad absoluta para nosotros. Y para ello pensamos que es necesario compartir dos principios básicos, asumir unos criterios y desarrollar diversas tareas concretas.
El primer principio se refiere al compromiso ético de defender la dignidad de la persona. En Euskadi, ninguna idea o proyecto político, ni su defensa, ni la denuncia de una injusticia, como tampoco la 'razón de Estado', es superior a la dignidad humana, ni justifica su vulneración. La reprobación y el rechazo ético de la violencia es una base fundamental para construir una sociedad en paz y reconciliada.
El segundo se refiere a un compromiso político mediante la profundización de la democracia, en una sociedad moderna, globalizada, europea y avanzada como la nuestra. En este sentido, pensamos que ninguna idea o proyecto político, que se defienda de manera pacífica y democrática, puede ser impedido ni vetado en su realización si cuenta con una adhesión mayoritaria de la sociedad. La triste era de los 'portazos' y de la negación del diálogo político para avanzar, como los que sufrimos en relación a la propuesta de Nuevo Estatuto o la Ley de Consulta liderados por el lehendakari Ibarretxe, deben apartarse de manera radical.
En nuestra opinión, sobre estas bases debemos cimentar una serie de criterios de actuación. Asumir y cultivar el respeto a los derechos humanos como piedra angular para las relaciones humanas y políticas. Recuperar el respeto y la confianza mutua para desterrar espirales de odio, recelos, venganza, dominación o fracturas. Y trabajar en la escucha y en el diálogo constructivo para, superando el enfrentamiento, dar paso al encuentro y a los acuerdos.
Como jóvenes, tenemos tareas por delante que nos comprometemos a desarrollar asumiendo nuestra responsabilidad. Concretamente, el reconocimiento de todas las víctimas, la edificación de un sistema democrático sólido y exigente, construir un futuro donde no resurja nunca más la violencia y fomentar la educación en la paz de todos los ciudadanos, pero en especial, de las generaciones de jóvenes para que incorporen a su ADN personal y social la conciencia de que la violencia no es la vía para solucionar los conflictos y que el diálogo y la aceptación y el respeto del otro y de las reglas democráticas son el medio para acordar y convivir en paz.
Somos jóvenes con muchas ganas de avanzar. Inconformistas y rebeldes con las injusticias que nos rodean. Miramos al presente y al futuro. Sin embargo, no somos unos desmemoriados. Porque aquellos que desprecian su historia y pasado corren el riesgo de caer torpemente en los mismos errores. Conocemos la historia reciente de nuestro Pueblo y sabemos y conocemos lo que fue y es ETA. Estamos cumpliendo el 116 aniversario de la puesta en marcha del PNV. Un movimiento social y político fundado por Sabino Arana como instrumento para contribuir al progreso y al reconocimiento en paz del Pueblo vasco.
Por eso, en estos tiempos de esperanza de paz, queremos rendir nuestro reconocimiento y gratitud a personas como por ejemplo el lehendakari Agirre, Juan Ajuriagerra, el lehendakari Leizaola, Jesús Insausti 'Uzturre', Xabier Arzalluz, el lehendakari Ardanza, el lehendakari Ibarretxe y Joseba Egibar, representantes de diferentes generaciones de abertzales que, en momentos muy difíciles, de sufrimiento tanto en lo personal como en lo político, económico y social, rodeados de tentadoras promesas ensoñadoras por todos los lados, supieron ser radicales y decir 'no' a la violencia. Fueron los únicos nacionalistas que así lo vieron, por razones de orden ético y de estrategia política. Y acertaron de lleno, porque hoy, después de varias décadas de mucho sufrimiento y tiempo perdido, todos los demás piensan como pensaron ellos. Y no lo vamos a olvidar. El PNV nos da confianza.
Como jóvenes, más que nunca, incorporamos a nuestra actuación y responsabilidad la tarea de afianzar las expectativas de paz con hechos, sobre un suelo ético y democrático para construir el progreso y la convivencia de Euskadi, rescatando el principio del respeto a las personas y sus derechos y el principio del respeto a las ideas y proyectos.

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