martes, 2 de abril de 2013

EAJ-PNV Y LA IZQUIERDA ABERTZALE: DOS MODELOS ENFRENTADOS


EAJ-PNV Y LA IZQUIERDA ABERTZALE: DOS MODELOS ENFRENTADOS
Xabier Barandiaran

El 31 de marzo hemos celebrado el Aberri Eguna. Me gustaría aprovechar su proximidad para realizar una reflexión sobre el doble debate que se está produciendo en el momento actual en el seno del nacionalismo vasco; de un lado el debate sobre el modelo de país y, de otro, el proceso estratégico que debemos seguir hasta el pleno reconocimiento de nuestros derechos nacionales.
El primer debate tiene que ver con el proyecto de identidad colectiva y política en el que debe estar sustentado el proyecto vasco construcción nacional. En el pasado reciente el nacionalismo se ha caracterizado fundamentalmente por el antagonismo de dos proyectos socio-políticos tanto desde el punto de vista de los objetivos cómo desde el punto de vista estratégico. La contraposición radical entre las vías democráticas y el uso ilegitimo de la violencia ha determinado, en gran parte, la configuración de las familias nacionalistas. En la medida en que la ruptura ética ha tapado todo lo demás el debate sobre el modelo de país ha quedado relegado a un segundo plano. En muchas ocasiones, esta división, se ha presentado de forma desacertada como una cuestión de graduación entre posibilistas y radicales. En cualquier caso, la violencia ha sido un factor objetivo de división y destrucción de la energía social y política a favor de la nación vasca. 


El cese definitivo de la violencia es una noticia histórica y no voy hablar más de ello ahora; pero lo cierto es que el antagonismo de los proyectos socio-políticos en el seno del nacionalismo aparece de una forma más clara y contundente que nunca. La democracia social y comunitaria de EAJ-PNV frente al modelo bolivariano de la Izquierda Abertzale cuyo objetivo fundamental es la construcción de un espacio social y político identificado con el socialismo enraizado fuera del contexto de las democracias europeas. Además, la Izquierda Abertzale pretende que su proyecto político se constituya en el relevo generacional en el seno del nacionalismo vasco sustituyendo a EAJ-PNV y encajando el conjunto del movimiento a favor de la construcción nacional bajo su liderazgo. Es evidente que esto no se va a producir. Pero me preocupa y, mucho, el desgaste que va a suponer está lucha en los próximos años. 

Desde que tengo uso de razón he defendido el diálogo en el seno del nacionalismo vasco y un trabajo compartido, sencillamente, porque de lo contrario, nunca vamos a tener fuerza política ni social para abordar un proyecto estratégico de país. Pero, la cultura política y el modelo ideológico con el que actúa y se presenta la Izquierda Abertzale ante la sociedad vasca no facilita, desde luego, la defensa de mis convicciones. No resulta fácil el diálogo cuando alguien viene a por ti. 

El segundo debate tiene que ver con el logro de la estructuración política de la nación vasca al igual que el resto de las identidades nacionales dando así una respuesta a los derechos políticos que como nación nos asisten. La estructuración parcial que ha significado el Estatuto de Autonomía de Gernika ha sido un avance muy importante por mucho que la izquierda Abertzale haya tratado de dinamitarla de forma sistemática y por mucho que se empeñen en consolidar el relato según el cual la aceptación del Estatuto significa un debilitamiento del proceso de ruptura y de la necesaria acumulación de fuerzas nacionalistas para mantener vivo el conflicto y dar así una respuesta al Estado. Esta tesis que responsabiliza a EAJ-PNV de la parálisis de la construcción nacional es falsa. Creo más bien que el ejercicio de la violencia ha debilitado sobremanera la energía social a favor de la construcción nacional vasca. En cualquier caso, salvo que en un futuro inmediato apostemos por otra estructuración parcial aceptando una nueva norma institucional básica que encaje en el actual sujeto constitucional, el debate está ahí y el problema va a seguir. En situaciones de una cierta crisis es muy frecuente la aparición de tesis políticas que buscan un escenario en el que la construcción nacional puede prescindir de su estructuración política; obviamente esto no nos solucionada nada. 

Creo que es preferible afrontar el problema. El problema es que el Estado español no tiene ninguna voluntad de reconocer a la nación vasca como tal. Y, no lo va a hacer hasta que la identidad y la acción política de los vascos hagan inviable el no reconocimiento. El arreglo a esta situación no va a venir estrictamente del necesario liderazgo político; ni siquiera orientando todo el esfuerzo institucional al logro de la inclusión del derecho a decidir en el ordenamiento jurídico. O se incorpora a esa ecuación a la sociedad vasca o sencillamente no vamos a avanzar. Y esa incorporación no se va a producir en términos de la lucha de masas como pretenden algunos. Esa incorporación sólo puede venir de la creación generalizada y sistemática de organizaciones sociales, económicas, políticas y culturales que generen una red socio-económica potente para dar cobertura y fortaleza al liderazgo político institucional y a las dinámicas de construcción nacional que deriven de ella; y esto es así, porque vivimos en la sociedad de las organizaciones y no en la sociedad de masas. La estructuración política del derecho a decidir hoy sólo es posible si la sociedad vasca se organiza para producir realidad nacional vasca. Si está responsabilidad recae sólo en la dinámica política no habrá avance en los próximos años.

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