Camino duro, auténtico calvario, que president y lehendakari hicieron solos y a pie, plantados por el presidente de la República, sr. Azaña, y por el premier español, sr. Negrín, que habiendo concertado previamente con ellos día y hora para realizar el camino juntos, llegado el momento, no aparecieron. Después, supieron por el presidente del Congreso de Diputados, al que su coche había dejado tirado en el camino, que los que debían haber sido compañeros de viaje habían adelantado su partida, por supuesto sin informar, y que para la hora de la cita, ambos, Azaña y Negrín, se encontraban "a salvo en la otra parte".
No fue éste, sin embargo, el único imprevisto que le ocurrió aquel 5 de febrero de 1939 al lehendakari Aguirre. Tenía leído que cuando president y lehendakari llegaron a la "otra parte", pararon para hacer el hamaiketako en una fonda, Les Trabucaires, que está situada en el corazón del pequeño pueblo de Les Illes. Y también había leído que no teniendo francos, dejaron sin pagar el "pintxo de tortilla" que habían comido; cosa que me extrañaba, pues el lehendakari, que cumplía así con su promesa a Companys, había venido de París a Catalunya expresamente para acompañarle en su salida al exilio. Y allí fui yo, para quitar aquella deuda; en la casa, una señora, que conocía los hechos, me aclaró muy amablemente que no había tal, que el propio lehendakari Aguirre había pagado aquel hamaiketako. Aquella deuda no existía. Por el contrario, nosotros, este País, estamos todavía en deuda con el lehendakari Aguirre y, a través de él, con los hombres y mujeres de aquella generación.
El lehendakari José Antonio Aguirre Lekube es una persona que por méritos propios tiene un lugar en la historia de nuestro país. Y lo tiene no sólo por sus méritos políticos, sino por haber tenido la enorme responsabilidad de ser el primer lehendakari de Euskadi y por desempeñar esta labor en tiempos difíciles de guerra y exilio. Tiene un lugar en nuestra memoria por su talante abierto, flexible, humano y social.
El lehendakari Aguirre fue un hombre entero, que reunió en su persona múltiples facetas, la de un hombre profundamente humanista, la de un gran político y la un europeísta, entre otras. Hombre afable y optimista, desde joven destacó como estadista y por su defensa de la causa vasca, desde una visión progresista sobre la presencia de Euskadi en Europa y en el mundo.
La trayectoria política de José Antonio Aguirre fue muy amplia. Alcalde de Getxo, parlamentario en la República, negoció el Estatuto de Euskadi y el 7 de octubre de 1936 fue nombrado lehendakari y constituyó el primer Gobierno Vasco. Líder en la guerra y el exilio, conoció años especialmente difíciles para la libertad, en los que siempre trabajó en favor de la democracia, a favor de Euskadi y de sus libertades. El lehendakari Aguirre falleció en el exilio de París, siendo enterrado en tierra vasca, en San Juan de Luz.
Persona de gran humanidad, fue un político abierto, predispuesto al diálogo, con un gran sentido cívico que conservó y desarrolló, a pesar del periodo convulso que le toco vivir, en Euskadi y en su exilio por diferentes lugares de Europa y América. Valedor del nacionalismo humanista, el lehendakari Aguirre defendió una visión de Euskadi abierta al mundo, en relación con otras realidades de Europa. Una visión cosmopolita y abierta que ofrece planteamientos que siguen estando vigentes en el siglo XXI.
José Antonio Agirre Lekube supo tejer a su alrededor complicidades políticas entre diferentes. Entre diferentes, con todos, a excepción de los del partido que hoy, curiosamente, forma junto al PSE el "gobierno del cambio", el Partido Popular. Y en un gobierno de "concentración" que, a diferencia del actual, representaba a la mayoría social y política del país. Lo hizo cimentando su labor política sobre un pilar: la convivencia se consigue con respeto a las ideas de todos. Las soluciones se buscan mediante el diálogo y el acuerdo, con actitudes flexibles y tolerantes, sin negar a los demás sus ideas, sino asumiendo que tienen una parte de la razón. Y por encima de todo ello, siempre situó el valor de la democracia, porque el lehendakari Aguirre siempre tuvo claro que nada se puede construir socavando los valores de la libertad y de los derechos humanos de todas las personas.
Para sus enemigos, el lehendakari tuvo dos pecados: ser demócrata y ser nacionalista. Defendió los derechos políticos y la libertad de Euskadi, teniendo a la persona como centro de su acción política, uniendo en una única lucha los derechos de la ciudadanía y los derechos nacionales de Euskadi. Sobre esa conjunción se construye el núcleo del pensamiento de José Antonio Aguirre Lekube y también ahí descansa aquello que Aguirre una vez definió como "el milagro vasco": el pueblo vasco pide que le dejen ser pueblo vasco, y en la medida en que se garantiza su personalidad, no tiene problemas para hacer acuerdos con otros pueblos y trabajar en proyectos comunes.
Como en tiempos de Aguirre, Euskadi es una nación de Europa. Entonces como ahora, los hombres y mujeres que aquí vivimos tenemos el derecho a decidir en paz, libertad y democracia nuestro futuro, el derecho a construir este país
La luz de Aguirre, el ejemplo del lehendakari nos alumbra. El hombre y el líder que defendió la personalidad y los derechos políticos de Euskadi, sobre la base de la persona, defendiendo al pueblo y a la nación vasca, con la libertad y la democracia como bandera, sigue vivo en nuestra memoria y es un hito abierto al futuro. Continuar el camino por él iniciado es el mejor homenaje que podemos hacer a José Antonio Aguirre Lekube, señal clara de que este país no olvida y no olvidará al lehendakari Aguirre.
Agur eta ohore Agirre lehendakariari, Egun Handira arte!
* Juan Jose Ibarretxe Markuartua
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