lunes, 8 de marzo de 2010

XABIER ARZALLUZ, DESNIVELAR LA BALANZA

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DESNIVELAR LA BALANZA
Noticias de Gipuzkoa


En los tiempos de Franco tuve que acudir repetidas veces al Tribunal de Orden Público de Madrid a defender a nacionalistas vascos, políticos o sindicalistas, acusados de asociación ilícita y/o de propaganda ilegal. Eran Tribunales de Excepción en los que el Régimen acumulaba los delitos políticos que sustraía a la Justicia Ordinaria. Sus Magistrados, Fiscales y Secretarios eran cuidadosamente elegidos entre gentes adictas al Régimen.

Aun la defensa más brillante sólo servía para cumplir con el trámite procesal de celebrar la vista oral. La sentencia no variaba ni un ápice en función de nuestros alegatos o de las pruebas que aportáramos. La sentencia la marcaba el informe policial del que disponían los magistrados y fiscales y no conocíamos los abogados. Y aunque nuestra intervención era superflua, íbamos y veníamos a las cárceles y a los juicios para que los procesados se sintieran asistidos.

La gente del Régimen, incluídos los tenidos como honorables, la Jerarquía Católica y todo el establishment, consideraba normal esta institución y, por supuesto, nadie osaba ponerla en tela de juicio. Al fin y al cabo por él sólo pasaban comunistas, republicanos, separatistas y subversivos. Por ejemplo, el anterior Presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial Exmo. Sr. D. Francisco Hernando comentaba a un parlamentario del PNV: "Tengo entendido que su partido no ve con buenos ojos al anterior Jefe de Estado, pero puedo asegurarle que el Generalísimo Franco mantuvo siempre un escrupuloso respeto a la Justicia y a su independencia."

En 1977, con el advenimiento de la democracia, se suprimió el Tribunal de Orden Público, pero se creó la Audiencia Nacional, que absorbió básicamente los delitos de terrorismo y "afines", es decir, todo lo que el nuevo poder sustraía a los Tribunales Ordinarios que, con no demasiadas variantes, constituía una forma más light de Tribunales especiales. Conviene advertir que una de las "pruebas del algodón" más delicadas a la hora de medir una democracia suele ser precisamente la existencia de Tribunales Especiales

Raro es el Juez vocacional que quiera formar parte de estos tribunales y juzgados, pero sí aquellos que quieran para sí una carrera con mayores oportunidades de ascenso y de notoriedad. De ahí la aparición de los jueces "estrella"que hacen favores al Gobierno de turno siguiendo los intereses del Ministro del Interior de turno, o adquieren notoriedad internacional procesando a Generales de la Dictadura argentina o chilena y hasta al propio Pinochet, logrando hasta pre-nominaciones para el premio Nobel de la paz.

La política gubernamental de Madrid respecto a Euskadi la suele dirigir el ministro del Interior. De los ministros que yo he conocido fueron Mayor Oreja y el actual Alfredo Pérez Rubalcaba quienes, con diferencia, más han manipulado lo vasco. Primero para su propio provecho político y luego para las metas de su Gobierno. Y, curiosamente, ambos consiguieron, con su política sobre ETA, ser los más notorios entre los miembros de sus respectivos Gobiernos. No sabría decir cuál de los dos manipuló más, mintió más o aprovechó más para sus fines personales el problema vasco en general y el del "terrorismo de ETA" en particular.

En cuanto Mayor se personó en la Mesa de Ajuria Enea sustituyendo a Julen Gimón, comenzó su labor de "remodelar" aquel pacto, que duró 14 largos años, hasta dejarlo irreconocible. Y lo consiguió gracias a la debilidad de Jáuregui y del PSOE. Les sometió a un chantaje permanente. Nada de "final dialogado", sino "victoria policial", acoso a la Izquierda Abertzale, creación y manipulación de las asociaciones de víctimas, etc. Impuso en los medios de comunicación lo "políticamente correcto". Y el PSOE, por miedo a la pérdida de votos y carente de ideas y de iniciativas propias hizo un seguidismo, bajo las alas del PP en los primeros años y de forma autónoma después, sobre todo tras el advenimiento de Pérez Rubalcaba quien mejoró, con su insuperable capacidad de manipulación, todo lo marcado y hecho por Mayor. Su último logro es la utilización diaria de capturas o avatares, ciertos o no, de ETA y de la Izquierda Abertzale, su presencia o no en los procesos electorales, etc. Todo esto entretiene al ciudadano entregado al antiterrorismo y da a un Gobierno inútil, sin Norte y acabado, junto con las "ocurrencias" de Aído, un aura de cierta eficacia y hasta de firmeza sin que sepamos nunca si lo que nos cuenta es verdad o mentira, a través de unos medios de comunicación, tan dominados en estos temas como los de los tiempos de Franco.

No puedo en este artículo detenerme en todas las fechorías jurídico-políticas de la Audiencia Nacional y de sus Juzgados, como el caso Egin, o el todavía vivo de Egunkaria tras siete años, siete, de procesamiento con lo que supone de desplazamientos, pernoctaciones, horas perdidas y toda clase de torturas y vejaciones. Tampoco puedo relatar aquí cómo, con qué procedimientos se planeó, montó y se llevó a cabo el "acoso y derribo" de Juan José Ibarretxe, en el que tanto tuvieron que ver las "alcantarillas" del Gobierno Zapatero, con sus adláteres judiciales y las "cocinas" de Pérez Rubalcaba. Tengo muy guardada tanto a la Audiencia Nacional como a Pérez Rubalcaba algo que considero una cuestión personal y que nunca olvidaré: el caso sangrante y canalla de Gorka Agirre. No sé si Gorka murió prematuramente por ellos pero lo guardo igual, aunque no sea vengativo.

Pero me he puesto a escribir estas líneas por un "caso" actual, el de Arnaldo Otegi. Arnaldo es carne de cárcel. No sé cuántos años ha pasado entre rejas. Arnaldo tiene, desde luego, muchas rejas pero tiene también muchas tablas. Es el líder de más éxito de su ámbito político. Le visité en Martutene el pasado verano y otra vez está en la cárcel. Con el agravante de que le han vuelto a condenar, en la Audiencia Nacional a otros dos años. Y no contentos con ello, le acaban de procesar de nuevo con una petición de tres años más.

Todo el mundo sabe, y los socialistas y Rubalcaba los primeros, que Arnaldo es un incansable negociador contrario a las vías violentas. Sería pues inteligente que los demás, incluido el Gobierno socialista y Rubalcaba, apoyaran sus esfuerzos y le ayudaran a estar en situación de influir en su entorno. Pero no, una y otra vez entre rejas.

En esta línea de cosas, lo grave no son los años de cárcel a los que la juez Murillo de la Audiencia Nacional le ha condenado, sino los 16 años más 3, en total 19 años de inhabilitación que le ha aplicado. Es decir, que la juez Murillo ha condenado a Arnaldo Otegi al ostracismo político. Le ha condenado a la "muerte política". Es la vía Ibarretxe. No les convenía enviarle a la cárcel, ni lo hubieran hecho nunca. Lo querían sacar a él, y a su derecho a decidir, del mapa político. Toda una astucia. Y resultó que tras varios años de procesamiento, acosado no por el Fiscal, sino por los parásitos de la fiscalidad política, y tras escalar el caso hasta el Supremo, cuando estábamos elucubrando sobre si el alto tribunal se saldría de la tangente aplicando su doctrina Botín o iría hasta sus últimas consecuencias como con Atutxa, sucedió que el Supremo no hizo ni lo uno ni lo otro. Se salió por la tangente. Ni se desdijo de su machada con Botín ni inhabilitó a Ibarretxe, que ya no interesaba. Sentenció que no había delito en hablar con líderes de Batasuna.

A Otegi le han condenado por "enaltecimiento del terrorismo". Y ha habido un grupo de abogados extranjeros que han conminado al Tribunal Supremo español a que se digne aclarar qué es enaltecimiento del terrorismo. No sea que suceda como con lo de hablar con HB. O con la doctrina que emana con aire de jurisprudencia de cualquier juez de la Audiencia Nacional, como cuando Garzón enunció y aplicó, para luego generalizarse, el principio de que todo miembro de Batasuna o de la Izquierda Abertzale es miembro de ETA. Concluyendo así que, por ejemplo, cualquier joven que quema un contenedor comete un acto de terrorismo y le aplican tranquilamente 18 años de cárcel, mientras que a cualquier gamberrete de Alcorcón que hace lo mismo le aplican una semana de actividades comunitarias y encima protesta.

Hace unos días varios cientos de abogados han protestando públicamente por la abusiva intromisión de la política y de los intereses políticos en el mundo judicial. No se referían, al menos no la mayoría, a las intromisiones del Ministerio del Interior en la Audiencia Nacional. Pero ya va siendo hora de que se formalice una protesta ante el hecho de que nadie, y menos el Ministro del Interior, meta mano en los asuntos judiciales perturbando la marcha de la Justicia. A la Justicia se la representa ciega y con una balanza equilibrada en la mano. Pero no se deben referir a la Justicia de aquí. Aquí hay demasiados jueces que van con los ojos muy abiertos y sin venda, y demasiados que, desde fuera de las instancias judiciales, sacuden sin escrúpulos la balanza de la Justicia.

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