El relevo de los treinta y tantos
El PNV afronta las elecciones del 22-M con una clara apuesta por el cambio generacional en sus listas
Para algunas personas, el PNV pasa por un partido de txapela, de txikiteo, de partida de mus en el batzoki y de jersey anudado en los hombros. El tópico. Pero el tópico corre peligro. La apuesta de la formación por el relevo generacional -una de las bazas para las elecciones de mayo-, deja un siglo largo de historia e ideología en otras manos. Las manos de los jóvenes de treinta y tantos, preparados, con experiencia, con vocación, con ideas, ilusión... Así se presenta el relevo jeltzale para los comicios forales y municipales del 22 de mayo. Sus detractores ven en su juventud un signo de interrogación que ellos han sabido convertir en exclamación aportando un soplo de aire fresco a un partido que ha encontrado en ellos el cambio generacional que los ciudadanos tan a menudo anhelan y rara vez obtienen.
Además, los candidatos a regir las instituciones más cercanas al ciudadano han crecido a la par de los problemas para los que buscan solución. Es el caso del alcalde de Abanto, Manu Tejada. La que antaño fuera cuna del socialismo en Bizkaia es hoy un municipio sobre el que Tejada ha sabido imprimir un sello propio que ha envuelto a esta localidad de apenas 10.000 habitantes en un proceso de cambio que comenzó hace dos legislaturas, cuando el joven alcalde jeltzale tomó las riendas de su municipio a la edad de 30 años, tras permanecer desde los 26 como concejal. Su secreto, según reconoce, es simple: mantener un contacto permanente y a pie de calle con los vecinos que depositaron su confianza en él. "Es el consejo que siempre les doy a nuestros concejales: trabajar codo con codo con los ciudadanos y, sobre todo, escucharles. Cuando viene un vecino al Ayuntamiento y te agradece una determinada cosa que hayas podido hacer o ves que realmente lo valora y te da la enhorabuena por ello, es lo más gratificante que puedes obtener como alcalde", afirma.
A cuatro kilómetros de Abanto, otro feudo dominado durante más de 20 años por el PSE, Santurtzi, asiste también a un proceso de reconversión a manos de otro alcalde nacionalista. Pese a ganar las elecciones de 2003 por más de un millar de votos de diferencia, el pacto PSE-PP tumbó los planes de Ricardo Ituarte de conseguir la Alcaldía de su municipio a la temprana edad de 27 años. "Fue una legislatura dura y crispada", recuerda, "pero también sirvió para darse cuenta de que la ciudadanía apostaba por la transparencia y la honestidad en la gestión", señala. Esa apuesta clara y decidida propició que cuatro años más tarde, con 31, relegara al polémico socialista Juan Cruz de la Alcaldía con unos planes concretos bajo el brazo: "Sintonizar, simpatizar y escuchar las preocupaciones de la gente", la misma receta que ha aplicado, asegura, a lo largo de esta legislatura, y con la que espera reeditar los resultados obtenidos en 2007. Consciente de que su juventud ha podido representar un valor añadido para su candidatura, Ituarte considera que la clave de su éxito se basa en que han sabido conectar con la gente y transmitir ilusión a la ciudadanía, en vez de dar la impresión de que han llegado al Ayuntamiento "para enriquecerse". "Hemos realizado muchos proyectos, seguimos desarrollándolos, pero todavía nos queda trabajo por hacer", asegura.
Conciliar familia y trabajo Independientemente del municipio para el que trabajen, del número de personas al que representen o de los años que lleven como alcalde, todos reconocen que la conciliación laboral y familiar sigue siendo la mayor promesa incumplida de su carrera política desde que se iniciaran en este mundo a temprana edad. Algunos, como el alcalde de Mundaka, Unai Rementeria, conocen bien la cara B de lo que implica una responsabilidad como la suya. Más aún cuando compagina su trabajo en el Ayuntamiento costero con su escaño en el Parlamento Vasco, y todavía saca tiempo para convertirse en aita por segunda vez. Su mujer dio a luz hace tres semanas. "La verdad es que es bastante duro de conseguir. Si te escuchara mi mujer, se reiría un poco. ¿Cómo lo concilias? Pues hay momentos en los que considero que tengo que estar en casa. Cada vez que puedo, llevo yo al crío a la escuela por la mañana y, a poder ser, también estoy yo para recogerle. Es bastante difícil, pero hay que conciliarlo de la mejor manera que se pueda", enfatiza Rementeria.
Otras, como la candidata a la Alcaldía de Barakaldo por el PNV, Amaia del Campo, recurren al ingenio para compaginar su trabajo en la localidad fabril con la vida familiar en casa con su marido y sus dos hijos: "El otro día llegué a casa y mis hijos me propusieron un trato. Me decían que vamos a apagar el teléfono desde que llego por las tardes hasta que se van a la cama por las noches. Así que ese es el propósito que me hecho para el futuro, y espero cumplirlo". Pese a este pacto entre caballeros firmado por madre e hijos, Del Campo reconoce que no lo va a tener nada fácil para equilibrar el tiempo que dedica a su familia y a Barakaldo, ese gran municipio, dice, que sigue manteniendo un sentimiento de pueblo a pesar de ser esa gran ciudad: "No es nada fácil porque no hay horarios, no hay fines de semana, el teléfono y el correo electrónico no paran de echar humo y, desde luego, también echo en falta no poder pasar más tiempo con mi familia. Lo único que te queda es intentar disfrutar cada rato que tienes en casa", apostilla.
Desapego ciudadano Además de las dificultades para compaginar el binomio trabajo-vida familiar, la savia nueva jeltzale también es consciente del creciente desapego que los ciudadanos muestran hacia la política. Rifirrafes entre unos y otros, promesas electorales que se marchan antes de llegar, casos de corrupción que salen de debajo de las piedras... Una situación que no obvia Aitziber Irigoras, alcaldesa de Durango, aunque matiza que los problemas que pueden surgir en la vida municipal están bastante diferenciados de los frentes abiertos en la primera línea de fuego política. "Desde mi punto de vista, el desapego se percibe respecto de la política a mayores niveles. En los municipios, la política pasa por cuestiones tan diarias y tan fundamentales para las personas como las aceras, las piscinas, las ayudas a las asociaciones deportivas o culturales locales, o la protección de quienes sufren con mayor fuerza los estragos de la crisis. Y creo que esto le interesa a la inmensa mayoría de la ciudadanía", puntualiza.
Para la parlamentaria jeltzale en la Cámara de Gasteiz y candidata a la Alcaldía de Elorrio, Ana Otadui, una parte importante de la ciudadanía considera que los políticos de hoy en día, jóvenes y no tan jóvenes, tienen a sus espaldas un cliché de "vagos y gente que no da un palo al agua" que las noticias que salen en los medios de comunicación no ayudan a superar. Por ello, Otadui, de 34 años, sostiene que el ayuntamiento es una institución que puede ayudar a revertir este "falso" discurso que impera entre los ciudadanos. "Los ayuntamientos son el nivel máximo de cercanía y el medio adecuado para intentar dignificar un poquito la política. En un municipio de 7.000 habitantes conoces a todo el mundo, y creo que es importante aprovechar esa cercanía para que los ciudadanos destierren esas ideas, y eso se consigue trabajando duro y mostrándote tal y como eres con la gente", asegura.
Compromiso con el pueblo A pesar de que su curriculum pueda sugerir lo contrario, Xabier Legarreta es el benjamín de los siete protagonistas de la nueva generación jeltzale a los que DEIA reunió el pasado martes en el Museo Guggenheim. En su caso, este trabajador social de 33 años reconoce que el compromiso con su pueblo, Bermeo, fue la chispa que encendió la mecha del gusanillo por la política. "Eso es lo más bonito, trabajar para tu propio pueblo", asegura. Tras decidir ligar su futuro al ámbito municipal, Legarreta reconoce que no fue difícil decantarse por una opción política. "Tanto por su trayectoria histórica como por el compromiso que ha tenido siempre con Euskadi, el PNV era el partido que más me aportaba", sostiene. Tras pasar ocho años como apoderado en la Juntas de Bizkaia y otros cuatro como concejal, en 2007 tomó las riendas del Ayuntamiento de Bermeo consciente del reto que ello suponía: "Donde más se nota la cercanía de políticos y ciudadanos es en la política municipal. Yo, personalmente, lo que más aprecio es poder tener un contacto directo con los ciudadanos y los proyectos que directamente les afectan a ellos". Pese a que coincide con sus compañeros en que conciliar su vida familiar con la política no siempre es fácil, Legarreta se muestra esperanzado en poder servir cuatro años más a los bermeotarras. Esos ciudadanos que, como él mismo reconoce, tienen algo especial en la forma de ser "que nos hace diferentes".
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