YA lo siento, pero de vez en cuando me toca protagonizar este rincón y me alegro de que esta vez no sea porque pinten bastos sino por todo lo contrario. Se acabó la pesadilla. Se acabaron dos años y pico sumergido en el limbo de los papeles de la Audiencia Nacional, sin comerlo ni beberlo. De aquellos días duros he preferido guardar mayormente el recuerdo de la marea de solidaridades, y digo guardar en el sentido estricto de la palabra, en una carpeta y en una cinta de contestador. También guardé una perla negra y me prometí a mi mismo devolvérsela al bocazas cuando fuera oficializada mi inocencia. Que yo sepa, a mí el periodista Calleja no me conoce de nada, vamos, que ni he cenado con él, ni hemos tomado un vino juntos, ni siquiera cruzado jamás una palabra. Pues bien, este listillo que encontró en el terrorismo de ETA una mina para vivir del cuento, cuando supo de mi detención se explayó en una emisora en la que ejercía de tertuliano, muy bien pagado, y dijo de "Pablito Muñoz" -qué confianzas son esas- que era "Gentuza, canalla, siniestro, imbécil, cretino, mafioso, etarra en comisión de servicios que está bien donde está y que le sirva de escarmiento por estar metido en la mierda en la que está, chulo, perdonavidas y que te cunda la prisión". Joder, que no se privó de nada a la hora de cebarse con un compañero a quien, insisto, solamente conocía de oídas. Vale, José Mari, perro no come perro y no voy a devolverte tus piropos. Es momento de agradecer al colega que me transcribió tu basura y me limito a manifestarte mi desprecio.
Hala, que te den.
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