Jóvenes y organizados
Miles de militantes y simpatizantes abarrotaron las campas de Foronda para disfrutar de una jornada político-festiva. Y van más de 30.
En este país, si al abrir un periódico, al sentarse delante de la televisión o al sintonizar cualquier emisora de radio se oye estas dos palabras: jóvenes y organizados, se encienden todas las alarmas. Son dos conceptos que unidos han servido para que más de uno y de dos, e incluso de tres, frunzan el ceño esperando algo que, por norma general, no pinta nada bien. Ayer en Foronda, en el Alderdi Eguna, entre otras muchas cosas, además de los discursos políticos cualquier observador objetivo se vería obligado a destacar, precisamente, por un lado la gran cantidad de gente joven que se dio cita en las campas alavesas y, por otro, la perfecta organización del evento.
El grupo de voluntarios que durante quince días había estado trabajando para que todo estuviera a punto -35 en las dos últimas semanas- y los que llegaron ayer como refuerzo -alrededor de otros 35 ó 40 más- se enfrentaron a su reválida particular desde las nueve de la mañana. A partir de esa hora, cientos de coches particulares y 148 autobuses enfilaron la estrecha carretera que, atravesando el pueblo de Foronda, llega hasta las campas, donde los voluntarios iban alineando a los vehículos, a un lado los coches particulares y a otro los autobuses.
Para muchos, la percepción que se tiene de la formación jeltzale es que se trata de un partido con una militancia en la que la media de edad va a acorde con los viajes del Inserso. Con 115 años de historia a sus espaldas, es lógico, normal y comprensible que en sus filas se encuentren afilados veteranos, pero el paseo por las campas de Foronda permitía ver que los jóvenes tienen mucho que decir. "Somos de Andoain. Hemos llegado a las diez de la mañana en tres coches. En total somos doce", aseguraba Iñaki, que hace poco ha cumplido 22 años. Eran los más bulliciosos, quizá sólo superados por la numerosa prole de niños pequeños que hacían de las suyas en el Txiki-txoko que la organización había instalado en uno de los extremos del recinto.
Como la mañana estaba más bien fresquita, fría a decir verdad, en las txosnas la gente se entonó con un buen caldo. Y, puestos a encaminarse hacia alguna txosna, había problemas con elección ya que la oferta era amplia. Hasta 33 acotaban las campas donde iba a transcurrir el acto. Alubias en la de Balmaseda, pulpo en la de los Centros Gallegos o Estofadico de toro, que es cómo lo anunciaban, en la de Navarra, eran algunas de las especialidades para los más exigentes gourmets. Todo al gusto del consumidor para hacer más llevadera la jornada y para hacer frente a la rasca alavesa. Sin embargo, una vez más, y pese la gran variedad de exquisiteces, el gran protagonista volvió a ser el talo con chorizo.
Antes de dar comienzo al acto político 100 dantzaris ondaron al aire otras tantas ikurriñas de veinte metros cuadrados en un emotivo Agintariena, al tiempo que se soltaban dos mil globos rojos, verdes y blancos. Todo perfecto, todo bien organizado. La tradición de un partido centenario y más de una treintena de ediciones de Alderdis sirven para cuidar las formas.
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